Reforma eléctrica: otro episodio de la saga “Derechos contra Mercancías”

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(13 DE OCTUBRE, 2021) Por Violeta Vázquez Rojas.

 

“… para la soberanía de los pueblos la soberanía energética es que todas las personas tengan
derecho al acceso a las energías en condiciones dignas y en cantidad suficiente y equitativa”.

-Varios autores, Xarxa per la sobirania energètica Ecologista 81, Verano de 2014.

 

Tal vez el tema más importante del que se hablará en los próximos meses es el de la reforma eléctrica. Se trata de una iniciativa de reforma constitucional enviada por el presidente de México a la Cámara de Diputados el 30 de septiembre y que, en resumen, busca revertir la fragmentación de la Comisión Federal de Electricidad promovida por la reforma energética del peñanietismo, convertirla en un organismo autónomo del Estado y restituir las funciones que por mandato constitucional le eran propias antes de 2014.

El tema, por un lado, tiene un ángulo altamente técnico y, para muchos de nosotros, probablemente engorroso. Por otro lado, es un tema central en el que se confrontan dos modelos de país: uno que aboga por dejar la generación y suministro de la energía eléctrica en manos del mercado y otro que pugna por el control del Estado sobre esta área estratégica.

Los dos modelos de país que se confrontan son bien conocidos. El primero es un modelo neoliberal que considera que la energía es un bien comercializable y, por lo tanto, que su producción y distribución se deben dejar a los privados y a los vaivenes del libre mercado. Para este modelo, la reforma propuesta por AMLO es una afrenta contra la potestad de las compañías de producir y comercializar electricidad. En el otro modelo, el acceso a la energía eléctrica se considera un derecho humano, y la energía misma un bien que nos pertenece a todos. Desde esta perspectiva, la energía eléctrica no debe ser una mercancía disponible para quien pueda pagarla, sino que debe estar garantizada para ricos y pobres por igual.

 

 

Más allá de los tecnicismos (que no carecen de importancia), en el fondo de la discusión se opone el considerar a la energía como un derecho y el considerarla como una mercancía.

En esta confrontación de visiones sobre la energía eléctrica hay un concepto ineludible: el de soberanía energética. Para quienes piensan en la lógica neoliberal, este es un término esotérico. En una mesa de análisis de El Universal, Valeria Moy lo dice así:

 

“(Cuando dicen) ‘Entonces tú estás a favor de que perdamos soberanía energética’, ahí sí, sinceramente, yo ya no entiendo nada, porque cuando estamos hablando de soberanía energética ya estamos aludiendo a cosas patrióticas, a otro tipo de ideologías que poco tienen que ver con el acceso a una energía competitiva, una energía de calidad a precios competitivos. ¿Por qué aludir a estos conceptos que son tan etéreos y son tan complicados de tener un asidero contra la realidad? ¿Por qué aludir a una soberanía energética que, si me apuras, nadie entiende qué significa eso?”.

 

No es extraño que, mientras que la visión mercantilista no puede comprender el concepto de “soberanía energética”, quienes defienden la reforma lo tienen mucho más claro, pues es el centro mismo del debate. Al hablar de soberanía energética se habla de quién tiene el poder de decidir sobre la generación, distribución y consumo de energía. Hay quienes piensan (sin siquiera entenderlo) que son las empresas las que deben detentar este poder, mientras que otros pensamos que debería ser, como propone la iniciativa, el pueblo de México, a través de la Comisión Federal de Electricidad.

En una entrevista con Rompeviento TV, Claudia Sheinbaum, en su calidad de Doctora en Ingeniería Energética y Ambiental, declara: “Esta reforma lo que nos da es precisamente eso: la construcción de nación como nación, la posibilidad de tener soberanía energética en el largo plazo. Dejar de pensar en la competencia y en el mercado como aquel que nos va a dar las mejores condiciones, cuando sólo crean desigualdad”.

Desde luego, quienes ven sus intereses económicos afectados por la reforma van a argüir que la soberanía es un concepto patriotero que no tiene nada que ver con una discusión que es estrictamente técnica. Una gran falacia del neoliberalismo ha sido el disfrazar de técnicos los problemas políticos, es decir, en hacer nicho de algunos lo que es un problema de todos.

 

 

Resta que el gobierno federal difunda en términos muy claros las consecuencias de la reforma eléctrica y acalle las falsas alarmas que propugnan sus detractores. Por lo pronto, me parece que un buen camino para entender mejor la discusión técnica y política que nos ocupará en lo sucesivo no debe perder de vista la confrontación entre estos dos modelos de país, y la que hay entre ver la electricidad como un derecho o como una mercancía, como un bien común o como un bien privado.

 

 


Violeta Vázquez Rojas Maldonado es Doctora en lingüística por la Universidad de Nueva York. Profesora-investigadora en El Colegio de México. Se dedica al estudio del significado. Ha publicado investigaciones sobre la semántica del purépecha y del español y textos de divulgación y de opinión sobre lenguaje y política. 

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